lunes, 28 de noviembre de 2016

MI NOMBRE SERÍA ASBIUR











            



        No me pregunten a cuál equipo de fútbol le tengo preferencia. Tampoco sé cual es mi tipo de chica para contraer nupcias. Ignoro en absoluto cuál sería mi comida favorita, aunque todo indica, que sería la comida veracruzana. Probablemente, aunque, no habría que dejar de lado, las infinidad de recetas de comida que se hacen en la capital de la República Méxicana. No sé, si sería bueno para bailar o tener algunas dotes artísticas. En cuanto a mi carácter, pues también es un enigma; ya que, mi madre tiene un genio cruzado con la creatividad, la ansiedad, y a veces, la vence la pereza. A veces es un tanto colérica, pero al rato se le pasa. Ahora, cuando la quieren descalificar, aquellos que se sienten el paradigma de la bondad y la perfección, le dicen "bipolar". Y si realmente  fuera, o tuviera un trastorno bipolar, pues entonces, mi madre estaría en serios problemas. El trastorno bipolar es eso, un trastorno, y no debiera ser motivos de ofensas, críticas y señalamientos inicuos a persona alguna que estuviese pasando por un enfermedad crítica e incurable. Es como señalar a alguien, descalificarlo y hasta burlarse de éste, tan sólo por tener diabetes o cáncer. ¡Que barbaridad! Resumo: que mi madre no padece de trastorno bipolar. Y cuando la califican de "loca", pues sí, hasta le gusta. Es un tanto loca porque cuando las personas no saben cómo definir concretamente la personalidad de una mujer con tantas habilidades y ansiedad por hacer muchas cosas al mismo tiempo, le llaman "loca". Y esa es una locura bonita, pues es creativa y lo mismo le da por hacer una pintura al óleo, un boceto en carboncillo, preparar comida "gourmette", bordar en punto de cruz, tejer a ganchillo artístico, escribir poemas y canciones, tocar la guitarra cuando echa por la borda el cuidado de sus uñas, vestir a la moda, y cantar, y cantar, y cantar. Aparte habría de mencionar que es muy divertida, tanto, que fue regañada severamente, por esos otros, paradigmas del conocimiento en los desenvolvimientos escénicos, y le dijeron, que una voz tan bella, no debiera hacer chistes o comedia. Finalmente, ella ha hecho todo cuanto ha querido en ese plano. Estudió para ser actriz, y se desenvuelve, de vez en vez en esa directriz, diseña su vestuario de arte, en fin, creo que tiene tantas aristas, que si hiciéramos un abanico de todas estas habilidades y oficios, haríamos un ventarrón parecido a una tramontana, o acaso un norte invernal derribando palmeras en el puerto de Veracruz. ¿Exagero? Es mi madre. ¡Qué más podría yo decir de ella!
      Estoy presumiendo de buen hijo, cuando también ignoro si habría sido un buen hijo. 
          Todo apunta, a que mi madre, como suelen hacer las madres soleteras; me habría dejado en casa de mi abuela, en el puerto de Veracruz, y ella, habría tenido que trabajar arduamente para sacarme adelante. Entonces, probablemente me hubieran gustado los perros y los gatos, porque en la casa de mi abuela, siempre hay perros y gatos, y ellos, mi abuela, mi abuelo, mis tíos y tías imitan a éstos animales, y son ellos quienes viven como perros y gatos. Pelean y discuten todo el tiempo.
          Seguramente habría conocido a mi bisabuela, mi bisabuelo, y una tatarabuela. Sí.
        Mis bisabuelos me habrían querido mucho, muchísimo. Más mi bisabuelo. Bardo, mi bisabuelo, me habría llevado al río o al mar, y me habría enseñado a pescar; era su pasión. Obviamente, ésto lo habría hecho muy pocas ocasiones, ya que ellos, vivían en un pueblito cerca de un río y del mar. Mi bisabuela, me habría dado de comer tortillas hechas a mano, y me habría servido frijoles refritos con manteca de cerdo, y un pedazo de queso fresco, o un trozo de carne seca puesta a salar con antelación. Habría comido mangos criollos, de los que mi bisabuelo solía recoger, de esos que ya nadie compraría porque estaban demasiado maduros, y habría aprendido a decir "comí mangos con arroz". Esto de comer mangos con arroz, se debe a que, los mangos maduran de manera tal, que de éstos nacen minúsculos gusanos blancos, muy parecidos a los granos de arroz.
        Ahora bien, en cuanto a mi tatarabuela, Liboria fue su nombre, la habría disfrutado un muy buen tiempo.
      Era una mujer morena, con el cabello totalmente blanco, a todos ellos los habría conocido como "viejitos", pero con las espaldas firmes y rectas. Jamás se encorvaron. Mamita Libo, me habría dado de comer unos dulces que ellas solía preparar, e ignoro los ingredientes, solo sé que se llaman: tintines. Mi bisabuela Madalena, me habría preparado tamales de masa de maíz, envueltos en hoja de plátano, con hierba santa y carne de cerdo con salsa enchilada. Los habría comido hasta que me diera chorrillo, sobre todo en las fechas de los Files Difuntos, en Noviembre. 
         No sé, si habría sido muy alto, o delgado. Mi madre por mucho tiempo fue criticada por ser muy delgada, demasiado, sin cintura, y a veces, la mayoría de veces, la llamaron fea. Creo que no es fea. Pero no es alta.
             También, por todo cuanto ha sucedido, mi madre habría seguido en el ámbito artístico. Siempre anduvo por el camino estrecho, por donde siempre le costó más trabajo, pero conmigo, entonces quizá, se me ocurre, que como muchas madres soleras que ella conoció, por lo hijos, usaron el escenario para exponer su arte, pero si el dinero era escaso, entonces era el escenario el escaparate justo, para llegar de puntillas al proscenio y allí escuchar los murmullos de los hombres lascivos que no estaban interesados en arte alguno, sino en su concupiscencia. Y quizá, ella, habría cedido a ese llamado, por unos pesos más.
             Y sigo apuntando al hubiera, porque, insisto en que mi madre tiene el carácter atravesado también con la intolerancia. Y muy probablemente, no habría tolerado que me pusieran apodos y que mi abuela me gritara o golpeara, como la golpearon y azotaron a ella. También fue víctima de sobrenombres o apodos, que no sé si me habrían molestado. Sé que a mi madre sí le dolió ese tipo de conducta, pero no le quedó más remedio que aguantar hasta que tuvo dieciséis años y salió corriendo de allí. Y aun así, cada que iba de visita, una de mis tías, solía burlarse de ella porque nunca le creyó que sería una artista, y mucho menos famosa. Mi tía tuvo razón en una cosa. Mi madre no es famosa aun, pero es artista, y creo que muy buena artista. Se aplica con mucho entusiasmo a todo. Ha estudiado. Se ha privado de muchos gozos por estudiar, y pasó hambres para pagar sus estudios de danza, de arte, y otras cosas más. Y cuando no ha podido pagar, entonces no gasta dinero, gasta su tiempo, y empíricamente aprende otras cuestiones, como eso del dibujo o redactar. No sé si lo haga bien. Sólo sé que muchas cosas hace mi madre linda. Perdón de nuevo. ¡Es mi madre!
         A la sazón de los días en que mi madre pasaba hambre por adquirir partituras musicales para poder hacer buenos espectáculos musicales, no faltó quien se ofreciera a invitarle "un desayuno", que más bien se trataba de una cena, pues, saliendo del cabaret a eso de las cuatro de la mañana, después del suculento "desayuno" lo que seguía era dormir, obviamente, esos caritativos señores, querían que después de ese alimento, ella, durmiera con ellos, después de ellos desayunársela a ella. ¡Pobre de mi madre! Hubo un tipo que presumió ante otros meseros del cabaret que ya tenía a mi madre a punto para poseerla, en los tiempos en que mi madre era virgen, y todo por uno que otro "desayuno". Mi madre escuchó eso, estando ella en el baño de mujeres, a través de una rejilla de celosía que estaba en la parte alta, muy cerca del techo de la pared, que dividía el baño de los hombres y las mujeres. Allí escuchó al caballero de pacotilla que decía: y no sólo me la voy a coger y le voy a reventar esa virginidad que me purga y me patea los huevos. La voy a hacer que se vuelva loca por mí. He de tenerla a mis pies, le voy a quitar su paga semanal y quitarle de un buen madrazo esas ideas estúpidas de querer superarse y le voy a desgarrar esos delirios de querer llegar a ser una estrella. Ni al circo la voy a dejar ir.
           Mi madre lloró amargamente aquella noche temprana. Solía llegar temprano porque ella no tenía automóvil. Se iba en el metro, y llegaba antes que todas las artistas, casi junto con el personal de limpieza y los meseros, éstos que tenían que acomodar la mantelería y enfriar las botellas de vino blanco que más tarde iban a disfrazarlas como de champán. Y el tipo siguió: Va andar babeando por mí la muerta de hambre esa. Ya verán todos ustedes como se le va ir apagando esa voz de jilguero que a veces los borrachos aplauden de pie. 
            Cuando dijo esto ultimo, hubo uno que le sacó de su error diciendo, que eso de apagar la voz de jilguero, sería matar a la gallina de los huevos de oro. Al contrario, era lo único que debiera cuidar, porque si no, cómo es que ella podría obtener paga alguna. Sólo como cantante, ya que, el tipo dijo que parecía una lagartija parada con esas piernas escuálidas que no excitaban a nadie. Entonces el tipejo carraspeó y no le quedó más que darle la razón a su consejero, pero volvió a aseverar: Pues sí, entonces sí que siga con su apodo de calandria equivocada en este pinche cabaretucho de mierda, en lo que yo me hago rico y la humillo poniéndola a gatas y cogiéndomela por el culo; y le voy a decir que así es como se lo voy a hacer porque de vieja guanga no la voy a bajar.
         Mi madre vomitó el poco alimento que hubo tenido aquel día, y al mismo tiempo arrojó la hiel, la ira y todo lo negativo que le produjo la hipocresía y los planes fallidos de ese joven con aspavientos de catrín y con pésimas estrategias para coronarse como padrote. Se equivocó y feo al elegir a "la víctima". Mi madre es de armas tomar y las tomó.
        No le hizo ningún escándalo. No. 
      Se acercó al gerente y le planteó todo lo que había ocurrido, desde que ella, candorosamente, le aceptó los desayunos a ese falaz ordinario que cacareaba su futura carrera como paladín de "los chulos" que como muchos, soñaban vivir así, de las mujeres. El gerente asintió a todo lo que ella le dijo, y por supuesto que le creyó