domingo, 21 de febrero de 2021

Y la fragancia de juventud

      A duraznos maduros, le hacía creer que olía la belleza de una mujer joven -decían que bella- y que se decidió ser puta, por puro rencor y en venganza contra su familia, aunque esa venganza, se reviró en su contra, y se le pudrieron el alma y el cuerpo... bueno, esa  es otra historia; me acordé tan solo por el aroma de duraznos maduros... ¡Flores frescas! Un aire con hálito cítrico, o no sé qué, siempre me gustaron los perfumes. No cualquiera, pero, definitivamente, sí, un accesorio más al atavío, como un par de zarcillos bonitos, un collar, una diadema ¡y el perfume!

     En mi adolescencia, me era imposible adquirir uno para mí, en exclusiva... Después, algunos años después, sí. Como si fuese una coleccionista... y más tarde, selectiva. Los más clásicos. Siempre florales y cítricos. Nunca dulces o cargados de especias. Para relajar, hasta una lavanda clásica, o naranjos en flor y jazmines... y el aroma de la juventud, aún que ésta se haya escabullido en el tic tac de un tiempo desapercibido, no valorado, y se fué. Se perdió por un babélico camino polvoriento, donde en alguna estación a manera de oasis, emergían olores de comida grasosa, de carne de reptil asada, y agua vieja que no disipaba la sed. Se fue perdiendo, como lo vívido de un color se va muriendo con la luz de sol, como, sin darse cuenta, se va extinguiendo la fuerza de la mirada, y la opacidad nos hace fruncir los ojos.

     Cuando los tiempos de los caminos áridos y polvosos, el aroma que desprendía era amor, lo creo total y absolutamente. Aunque lo llegué a combinar con algo que sonaba a jardines del Caribe, aunque -por estar atada al amor- no me hube ocupado de conocer el Caribe. Encontraba placentero el olor del sudor, combinado con la brisa de las palmeras doradas por el calor, ese calor que, no afectaba mi talante... era feliz.

     Y cuando el tiempo hizo exangüe la mirada, ya vivía yo en una pequeña cajita blanca. Yo la he visto blanca por dentro, por fuera, no sé de color es... pero dentro, está llena de cosas asfixiantes, por lo abigarrado de tantas de esas cosas ¡son hermosas! Pero son tantas... ¡Oh por Dios! ¡Son tan hermosas! ¿Ya había dicho que eran hermosas? ¡Lo son! Pero son muchas... Demasiadas, pero es que también ha sido el tiempo. Como la vida se trata de colección de instantes, la cajita, tiene una colección inmensa, pero, bueno, sí se puede respirar... hoy, que son los tiempos en que todos apreciamos mucho eso de respirar... respirar profundo... ¡respirar!

    Y al aspirar, qué mejor que nos agarre por la nariz algo que, nos haga viajar al paraíso de nuestros sueños, al pasado repleto de añoranzas... pero sin sufrir... 

     Es quizá un buqué de flores, un aire de primavera, o no se qué es, pero la fragancia que me era imposible adquirir para mí, en mi adolescencia, hoy, es una baratija para muchos... lo importante es que, ha sido posible tenerla porque aún existe, debiera ser un clásico... Por fortuna no lo es y por ello, el precio es bajo... Escuché decir: "cuando pasó frente a mí, he sentido un hálito primaveral, y hasta escuché el trino de unos pájaros silvestres". 

     Cosquillas en el corazón, caricias al alma, eso es lo hace sentir el perfume de mi juventud, la que se ha escabullido en el tic tac de un tiempo desapercibido, no valorado. Se fue...