sábado, 1 de mayo de 2021

LA IMITADORA

 

LA IMITADORA

 


Terminó de leer un libro biográfico sobre Marilyn Monroe. Le quedó un resabio que le modificó el humor. «Ella se llamaba Norma Jean»; leyó al pie en una fotografía de la extinta actriz. Observó con detenimiento la imagen y se descorazonó por no parecerse a la luminaria: «si yo hubiese sido como tú, no me habría suicidado. ¡Estúpida!» Arrojó lejos el libro y se dispuso a maquillarse para presentar su show como cantante en el burdel donde le lloverían las rechiflas endémicas por no poseer bonitas piernas y una figura despampanante, según los cánones establecidos en la época. Estaba harta.

     Aquella noche fue diferente. La clientela tuvo un comportamiento distinto: nadie la abucheó ni le faltó al respeto. Tampoco le aplaudieron: fue ignorada. No obstante, un cliente le envió un recado con un camarero y ella aceptó la invitación. Se trataba de un médico. Este le dijo lo mucho que estaba desperdiciando su talento en ese antro atiborrado de humo y palabras soeces. Ella agradeció el cumplido y le rogó le extendiera una receta donde le prescribiera unas pastillas para dormir: quiso imitar a Marilyn en ese aspecto.

     Llegó aliviada a su habitación y tomó una pastilla. El efecto no fue el esperado: se le resecó la boca y presentó una arritmia cardiaca. Pensó que la sudoración excesiva se estaba debiendo a que hizo más calor que nunca en esa pequeña ciudad, y como ella no era Marilyn Monroe, no tenía una habitación lujosa con aire acondicionado y vista al mar. Estaba en un cuarto desmirriado adecuado para una cantante de un «cabaretucho» de quincalla. Se miró en el espejo y dijo: «ya entendí Marilyn, no soy bonita y el talento no importa: ¡me largo de aquí!

     Sin dudar tomó el frasco de pastillas y se las tragó sin dificultad alguna. Nunca pensó que el efecto tardara tanto. Empezó a sentir un mareo que le era grato y cantó con gritos estridentes y muy desafinados. Escribió en un papel algo apenas legible como: «ella se llamaba Norma Jean, y como ella me pongo fin».

     Despertó en la Cruz Roja con una sonda nasogástrica que le lastimaba horriblemente la garganta. No alcanzó a sentir miedo el estar viva y con su voz destartalada debido a la sonda porque se volvió a quedar dormida. No supo cómo fue llevada a una habitación de hotel muy diferente a la que estuvo antes; esta tenía mucha más categoría y comodidad que la anterior. Durmió por más de tres días; apenas tuvo reflejos para levantarse a orinar. A medias repuesta, con la consciencia obnubilada vio unos diarios que le deslizaron por debajo de la puerta: «admiradora de Marilyn Monroe intenta imitarla. Tomó pastillas para morir, pero no lo logró»

     El dueño de la cantina con show de cantantes y bailarinas esperó paciente hasta que la joven estuviera repuesta del todo. Se anunció con bombos y platillos su retorno al escenario, y la clientela movida por el morbo atestó el lugar con impaciencia. La ovacionaron de pie cuando culminó su evento. Nunca imaginó que su carrera diera un giro de tal magnitud: ahora era la imitadora de Marilyn. Y aunque no emulaba en nada a Monroe, sin duda creció su popularidad. Cada que su carrera estaba en aprietos se encomendaba a "Santa Norma Jean".

LETY GREY

Enero 2020