Estoy harto de
no dormir bien, me dijeron que con una terapeuta podría entender por qué, cada
que sueño con esos malditos saltamontes que bailan, sí, bailan a mi alrededor
como haciendo mofa de malestar, como si fueran adivinos, porque cada que sueño
eso despierto con dolor en toda la cara, oh si, perdón, «dolor facial», como si
decirlo de modo más elegante fueron menos molesto. Me crispa la gente que sale
de su casa y deja olvidadas las llaves, ¡ya sé, ya sé!, si no fuera por ese
tipo de gente no tendría trabajo, pero es el colmo que cada que tengo ese
sueño, surja alguien con ese problema, y aquí estoy, batallando con la
cerradura y la mirada recalcitrante de esta mujer, ¿cree que cuando logre abrir
la puerta me voy a meter a su casa a robar? ¡Bah! Cuando abra esta puerta me
voy a ir a mi casa a dormir. Estoy bruxando, bueno, así me dijeron que se dice
cuando uno rechina los dientes al dormir, pero no me pasa siempre, solo cuando
en mis sueños se entrometen esos infelices saltamontes que bailan, ¿infelices?
¡No! ¡Infeliz yo que entiendo por qué me provoca tanta ansiedad ese sueño
recurrente!
Hace rato soñaba que bailaban algo que decía: o bela chao, bela chao, bela chao, chao, chao… y la musiquita me
requiebra dentro de la cabeza, cuando, ya casi… esta cerradura va a ceder…
¿No?, bueno, pues le sigo, es que tengo las manos trémulas y nomás no atino a
nada.
¡No puede ser! La muchacha que me contrató está cantando ese: bela chao, chao, chao…
―¡Cállese!
―¡Perdón, señor!
―¡Esa cancioncita no la soporto!
Menos mal que solo se sonrojó pero guardó silencio. Y aquí sigo… ya está…
creo que sí… ¡Ya estuvo!
La joven me ha invitado a pasar y me negué. Ya había hecho mi trabajo,
siendo sábado lo único que quería ir a mi casa a dormir. Estoy seguro que esos
saltamontes no van a disturbar mi sueño, no más, no lo creo; ella insiste.
―Se lo pido por caridad. He dormido muy mal, estoy desconcentrada y por
eso olvidé la llave dentro. Tenía cita con mi terapeuta…
―¿Usted tiene que ir a terapia?
―Sí. Pero ya no iré, perdí la cita por lo de la llave…
―¿Y para qué quiere que pase?
―Es que tengo miedo.
―¿A qué?
―A quedarme dormida y volver a soñar lo mismo. No me lo va a creer; sueño
con unos saltamontes que bailan. Aprieto los dientes cuando pasa eso, que es
muy seguido. Esta vez no escuché la alarma porque estaba aturdida con una
musiquita que nunca había oído…
No sé cómo fue que nos entendimos esa joven y yo. Creo que son las cuatro
de la tarde y estamos ebrios de whisky cantando y bailando: Esta mañana me he levantado, o bella ciao,
bella ciao, bella ciao, ciao, ciao, esta mañana me he levanto y he descubierto
al invasor…
No nos importan los gritos de los vecinos que insisten que hace horas
están rechinando los dientes y no saben por qué; nosotros sí, y seguimos: Oh compañero quiero ir contigo, porque me
siento aquí morir. Y si yo caigo en la batalla, o bella ciao, bella ciao, bella
ciao, ciao, ciao, coge en tus manos mi fusil… ¡A bailar saltamontes! O bella
ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao…