Abstraída estaba en la trama de La Mujer de la Calle cuando el foco fue para ti. Te confundí con otros e insistía que eras Juan, y no; no eras Juan. Eras tú. Volví a ver a La Mujer de la Calle, como si yo fuera La Nena obsesionada con aquellas mujeres que trabajaban de noche con sus carmines escandalosos y sus aretes feos. Y tú ahí, que no supe qué hacer con aquella suavidad que me mecía el alma por tu voz de terciopelo al ras de la recitación, pero la armonía se quebraba con notas difíciles de adivinar. Cada nota nueva era la oportunidad de soñar con más. Y no eras Juan; aquel Juan que al piano hacía que los estudiantes vocalizaran: mi, mi, mi, mi, mi, mi, mi, mi, mi, y de ahí la siguiente escala. Y no eras Juan porque tú gestualizaste diferente, me daba risa, me daba gusto, y me enamoré como si fueses un puppy de esos que uno quiere acariciar porque son buenos, porque son lindos.
Adivinaste mi secreto sentir que todo indica que será para siempre diciendo:
Como soñé el amor, así fue nuestro en encuentro. Si te dejé partir no creas que me arrepiento, porque te llevo en mí como un secreto, que siempre alentará lo gris de este vivir.
Y así se quedará como el vívido recuerdo de lo que ya no será pero que aún hoy es el amor de mi vida. Es este el amor un recuerdo entre caminos polvorientos y guisos de carne de reptil que comía sin repulsión a consecuencia de lo azaroso de mi andar. Me esperaba el paraíso. ¿Verdad que sí, Bola?
Como soñé el amor, así fue nuestro encuentro (No sé si lo anhelé, pero llegó como un oasis en el desierto. Ni él se lo creía, ni yo lo imaginé)
Si te dejé partir no creas que me arrepiento (Por supuesto que no. Ha sido maravilloso recordarlo en aquel tiempo con todo lo que conllevó)
Porque te llevo en mí como un secreto (Y ni tanto porque yo difícilmente me callo mis secretos. Pero sí, es como una especie de talismán)
Que siempre alentará lo gris de este vivir (Ojalá que funcione y aliente porque vaya que hay nubes grises que adoquinan mis cielos brillantes)
¡Te amo Bola!
LG.