lunes, 2 de enero de 2017

DIALOGO ENTRE UN HOMBRE Y DIOS ¡SÍ! DIOS







DIALOGO ENTRE UN HOMBRE Y DIOS ¡SÍ!
DIOS












        Heme aquí Señor. Estoy a tus pies, derrotado y humillado. Tus otros hijos me han hecho el peor de los daños. Suponiendo pues, todo eso que se dice, que todos somos tus hijos, y que todos somos hermanos, y que nos amas a todos por igual ¿Por qué lo has permitido?
         Y Dios contestó: Sí. Todos son mis hijos, y a todos los amo por igual. Todos esos que te han humillado y te han hecho caer, se los he permitido porque tal y como tú lo has dicho, los amo. Les he concedido sus deseos. ¿Cómo yo, amándolos tanto, he de negarles lo que desean?
        Y el hombre dijo: Pero a mí me ha dolido. ¿Es que entonces los complaces a ellos y a mí no?
           Y Dios contestó: ¿De que modo quieres que te complazca?
          Y el hombre dijo: ¡Castígalos! Dices que me amas, que soy tu hijo, y yo deseo que los castigues.
          Y Dios dijo: No puedo castigarlos. Los amo. Yo no soy como tú. No te olvides que tú mismo lo has reconocido. Los amo. Es tal mi amor, que no puedo, no quiero castigarlos. Castígalos tú, porque eres tú quien tiene ese sentimiento de odio. Yo no. Yo no soy como tú. Yo no siento igual que tú. Yo soy amor, amor de verdad.
                Y el hombre dijo: Apenas puedo creerlo. No te entiendo. Dices que no puedes castigarlos porque los amas, que no quieres castigarlos porque los amas, es que ¿a mí no me amas?
                  Y Dios dijo: Te amo infinitamente, tanto como a ellos. Lo que te han hecho, lo que hacen, y seguirán haciendo me duele profundamente. Me hiere de una manera inimaginable verte sufrir. Pero también me duele que no tengas mi capacidad de amar. ¿Por qué no los perdonas como yo los perdono?
                      Y el hombre dijo: ¿Es que debo perdonarlos?
                       Y Dios dijo: ¡ Sí ! debes amarlos aunque te sobajen y te humillen, luego entonces, ese amor te conducirá al perdón.
                 Y el hombre dijo: ¡Es que no puedo! ¡Me han desgarrado el alma! ¡He sufrido las peores humillaciones!  ¡Me han vejado! ¡Han escupido sobre mi alimento! ¡Han levantado calumnias sobre mi persona! Se supone, que incluso los que más debieran amarme, es decir mis padres, me azotaron y me echaron a la calle, no me brindaron soporte alguno aun cuando lo necesité porque era yo un chiquillo indefenso... ¿Cómo quieres pues que perdone eso ? ¿Y encima tú ? No me consuelas, no me complaces.
                    Y Dios dijo: Yo te consolaré todo el tiempo que necesites porque te amo. ¿Complacerte? Es decir, ¿que derrame mi ira hacia a aquellos que tu odias? No. Eso no lo voy a hacer. Yo voy a estar aquí siempre. Cada vez que llores por todo lo que te hacen, y vengas a mi llorando, yo te consolaré porque te amo. ¿Eso no es suficiente?
                 Y el hombre dijo: Has dicho que  complaces sus deseos de hacerme daño porque los amas, y a mí no me complaces ¿ por qué?
                   Y Dios dijo: Ahora me ofendes. Derramas tu ira y tu frustración hacia mí. Me ofendes en el momento en que vienes lleno de rencor, al amor de los amores y le pides cara a cara que te complazca haciéndole daño a mis otros hijos...
                       Y el hombre dijo: Yo no te ofendo. Sólo pido tu justicia.
                      Y Dios dijo: No sólo me ofendes, sino que me decepcionas. Del modo en que, según tú, has venido humillado y derrotado a clamar venganza, así vinieron los otros. ¡No tienes idea cuánto me ha dolido! Y ahora tú, eres uno más, has venido a herirme tú también. Ahora soy yo quien te pregunta ¿ en herirme de ese modo, que interesas? Ya te dije que soy el amor de los amores, que soy amor de verdad. Soy Dios. Anda vuelve al mundo al que te envié que ya te llamaré cuando decida que vuelvas aquí conmigo, aquí entenderás todo. Vuelve allá con ellos, y arréglatelas como puedas, sin olvidar, que te amo infinitamente.


   

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